viernes, 12 de agosto de 2011

SCHUBERT: STRING QUINTET IN C MAJOR, D 956

El impresionante quinteto de cuerdas en do mayor de Franz Schubert. Versión del cuarteto Melos con Mstislav Rostropovich. Una de las grandes obras de música de camara del siglo XIX.


Descargar: Schubert Qunitet


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No acabaríamos nunca de concretar adjetivos para esta bellísima obra de Schubert. Como todas las obras del último periodo de su vida, es una música sincera, profunda, tierna y muy humana. Dos conceptos o significados podemos encontrar en este Schubert. Por un lado; el concepto de humanidad y su relación con “El Ser”, “El sentir” y la “Vida”; y por otro la obra de arte como medio de conocimiento y transmisión de todo “el sentir” y “conocer” humano. Es desde este segundo punto de vista que Schubert es ya un Romántico de pleno derecho. El respeto y la consideración del ARTE en mayúsculas que siente Schubert, hacen que podamos sentir, en sus últimas obras, la dificultad compositiva y la lucha por lograr la perfección en sus partituras. Quizás, esta “dificultad” y la lucha que conlleva, llevó a Schubert a dejar incompletas algunas obras maestras de este último periodo vital.

        Al diagnosticarle la enfermedad que le llevaría a la muerte, Schubert ya sabía que su tiempo terminaría pronto. El quinteto de cuerdas fue compuesto en Setiembre de 1828, durante las últimas semanas de vida. Fue su última gran obra instrumental y uno de sus mayores logros. Schubert da toda una característica sinfónica a esta música de cámara. La construcción monumental, los ritmos, los cambios de textura y de luz, la repetición de patrones y toques de pura orquestación, dan a esta obra un carácter y significado sinfónicos.

        El primer movimiento, por sí solo, es casi tan largo como muchas de las sinfonías clásicas compuestas hasta el momento por Mozart o Beethoven. Después de una introducción melancólica, aparece el primer tema, un primer tema dramático y expansivo. Contestado por la presentación del segundo tema optimista, suave y bello…. Este contraste y lucha entre los dos temas, planteará el desarrollo de todo este impresionante y monumental movimiento…...

        El segundo movimiento, un Adagio parte central y definitoria de toda la obra, es una de las composiciones más “bellas” de la historia de la música. Profunda y a la vez clara. Con la ternura humana de Schubert. La luz que surge del interior de Schubert y de su música, nos ilumina, nos conmueve y nos hace ver, sentir y conocer más allá de lo explicable por la razón. Un proceso de “Gnosis” puramente musical.

        El Scherzo tercer movimiento, se abre en compás ternario, con las figuras melódicas que recuerdan las llamadas del “cuerno”, como en el comienzo de su novena sinfonía. Primer tema con mucha fuerza y vitalidad. Luego, súbitamente, se rompe y surge el trío, que lleva a otro cambio de humor, a un inquietante y quieto interludio, como si Schubert de pronto recordara su inevitable y pronto destino en medio de la alegría y celebración del tema anterior.

       El último movimiento parece apartarse de los grandes gestos de los movimientos anteriores. Movimiento alegre y feliz. Quizás es el ritmo, más pastoral. Parece como si la lucha de los movimientos anteriores se relajará y apareciera la complacencia y la aceptación. Los temas principales de este movimiento tienen mucha luz y brillo. Y, aunque, en los desarrollos, los temas parecen querer ir hacia las sombras, estas nunca llegan a imponerse.

     En el relato de Brain Aldiss “El viejo centésimo” aparece el concepto de “transustancioespacial”. En un futuro muy lejano la evolución natural ha producido en los seres vivos una nueva forma de morir y trascender. Así, los seres vivos al morir se “transustancioespacian” Este es concepto que utiliza Aldiss para decir que toda la parte eterna del ser se desmaterializa convirtiéndose en música. Al morir el Ser se transforma en música, una música que transmite y mantiene en forma sonora las estructuras intimas, químicas, espirituales, anímicas, propias y únicas que definen y caracterizan a cada ser vivo como es. Como era en su forma material. Todo el ser, en su estructura y firma única “químico molecular” y “químico espiritual”, es transportado al mundo sonoro, convirtiéndose en eterno.

      Este concepto de ”transutancioespacialización” podría servirnos para describir la música de Franz Schubert compuesta durante el último periodo de su vida. Sus últimas obras, compuestas cuando ya era consciente de su próximo final, son obras maestras, personalísimas y únicas. Son Schubert!. Schubert vive en ellas!. Parece como si, a medida que su físico se iba deteriorando, todo su Ser y su energía iba pasando a su música para trascender y conseguir seguir vivo en su música y en la eternidad.



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